Redacción
La dependencia emocional es un fenómeno que afecta a un número significativo de personas en nuestra sociedad. Según expertos de la Secretaría de Salud de Hidalgo (SSH), esta condición se caracteriza por una necesidad excesiva de afecto, atención y validación por parte de otra persona, llegando incluso a descuidar el propio bienestar en pos de mantener una relación.
Consiste en una serie de comportamientos adictivos que se dan en una relación interpersonal donde existe una asimetría en el rol que asume cada persona.
Se encuentra asociada con una sintomatología ansiosa y depresiva leve, como consecuencia de falta de autoestima y el miedo al abandono por parte de otras personas.
Está asociada a diferentes factores como mitos del amor, sexismo, estilos parentales, estilos de apego, violencia física y psicológica, distorsiones y esquemas cognitivos, de los cuales se sitúan variables importantes como la edad, sexo, nivel educativo, antecedentes familiares y la duración de las relaciones sentimentales.
De acuerdo a datos de la Coordinación Estatal de los Programas de Violencia Familiar e Igualdad en Salud de la SSH, las mujeres de 15 años y más han experimentado al menos un incidente de violencia psicológica, económica, patrimonial, física, sexual o discriminación en al menos un ámbito, ejercida por cualquier persona agresora; 70.1 % (70.6% para Hidalgo) a lo largo de su vida, 42.8 % en los últimos 12 meses.
A nivel nacional, la violencia que más experimentaron las mujeres por parte de su pareja actual o última a lo largo de la relación fue de tipo psicológico (35.4 %), violencia sexual 23.3%, violencia económica y/o patrimonial 16.2% y la física 10.2%.
En tanto, en Hidalgo, la prevalencia por tipo de violencia es de 43.0% (aumento en consideración al 32%-ENDIREH 2016), psicológico (25.9 %), violencia sexual 9.2%, violencia económica y/o patrimonial 4.0% y la física 13.5%.
Entre las principales causas documentadas se encuentran:
La baja autoestima, como un factor fundamental y el más habitual, ya que este tipo de persona se desvaloriza sistemáticamente; se muestran muy críticos consigo mismos y con su forma de ser, hasta el punto de sentirse inferiores y culpables, incluso, afectados por el menosprecio que puedan recibir por parte de sus parejas sentimentales. De esta manera aparece un sentimiento de insuficiencia e inutilidad perjudicial para ellos y para la relación.
De igual forma, el miedo a la soledad, genera que las personas se vuelvan dependientes emocionales, ya que se trata de individuos que no saben, no quieren y no conciben vivir solos.
Existen varios indicadores o señales que expresan una dependencia emocional como consecuencia, entre los que se encuentran los síntomas psicológicos y cognitivos; la aparición de síntomas físicos y conductuales frecuentes, así como la modificación de diversos aspectos sociales.
Por ello, la SSH recomienda abordar la dependencia emocional a través de terapia psicológica, donde la persona pueda explorar las causas subyacentes de este trastorno y aprender estrategias para desarrollar una relación más saludable consigo misma y con los demás.
Además, fomentar una cultura de autoaceptación y autonomía desde la infancia puede ayudar a prevenir el desarrollo de la dependencia emocional en el futuro.
Entre las alternativas de afrontamiento están por ejemplo: la psicoeducación, que se enfoca en comprender qué es la dependencia emocional, implementando para ello técnicas específicamente orientadas a la comprensión y reducción del malestar como manejo de estrés, relajación, control de pensamientos, técnicas de autocontrol, entre otros.
De igual forma, otra de las técnicas se enfoca en la aceptación, es decir, trabajar en el sentimiento de culpabilidad que se genera por no atender esta afección antes, ya que no se contaba con las herramientas para hacerlo, y fomentando así, el desarrollo de habilidades psicosociales.
Finalmente, pero no menos importante, es el tratamiento individual, a través de la terapia cognitivo conductual breve, con enfoque cognitivo- conductual, que trabaja ayudando al paciente a que cambie sus pensamientos, emociones, conductas y respuestas fisiológicas disfuncionales por otras más adaptativas para combatir sus problemas.